'El asesino de la ballesta', como se le bautizó, fue declarado inimputable por una muerte cometida bajo la influencia de un brote psicótico. Su condena, veinte años de internamiento en módulos psiquiátricos. Ha cumplido ya quince y no se ha beneficiado de un solo día de permiso. Ni siquiera cuando se casó con la auxiliar de enfermería que conoció en prisión.