La idea de que existe algo así como la “normalidad”, algo así como lo “estándar”, como un patrón que se repite y que forma parte del funcionamiento o despliegue de lo natural y lo real, es una idea que los seres humanos hemos atesorado desde nuestros inicios. Empezamos, en algún momento lejano, a caminar la senda de la certeza, de la certidumbre, de aquello que nos parecía más seguro para la procreación de la especie.