La emergencia de las vanguardias posibilitó que la pintura psiquiátrica se proyectara fuera de los muros manicomiales. Los locos, que podían ser artistas, mostraron su obra no sólo como un reflejo de sus procesos morbosos, sino también como obras de arte capaces de conmover por la originalidad de sus formas y de sus contenidos. Las obras mostraban los tenues límites entre la creación de artistas sanos o enfermos, erigiéndose como un hecho cultural mas allá de las etiquetas, a menudo peyorativas, que imponían los diagnósticos psiquiátr